Nuestra Funeraria
¿En Donde Estamos?
Abadía de La Ascensión S.A.S. se encuentra en un sector privilegiado de la ciudad de Barranquilla. El barrio “El Prado” supera los 100 años de fundación y nuestras salas de velación al estilo neoclásico hacen parte del legado histórico y urbanístico de nuestra ciudad.
Este sector y por ende nuestra sede, fue declarado “Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional” en el año 2005 y cobijado por el Plan Especial de Manejo y Protección.
Barrio el prado
Este barrio, ubicado entre las carreras 50 y 60 y entre las calles 53 y 75, nació como el primer desarrollo urbano planificado del país, donde se aplicaron por primera vez los principios del urbanismo moderno destinado a albergar viviendas exclusivas.
Como cuentan Diana Meyer Vengoechea y Enrique Yidi Daccarett en su libro ‘Barrio El Prado, un viaje hacia el pasado’, el origen de este lugar de la ciudad de Barranquilla se remonta a los años veinte cuando la capital del Atlántico se encontraba en “pleno apogeo industrial y comercial y experimentaba gran crecimiento económico”.
Para el año de 1900, Benjamín T. Senior y José Fuenmayor Reyes compraron unos predios rurales con el objetivo de hacer una finca ganadera, a la cual llamaron El Prado. Después, en 1904, esta hacienda fue vendida a Manuel J. De La Rosa.
En 1918, De La Rosa conoció a Karl Calvin Parrish, un ciudadano norteamericano que apenas visitó los terrenos de El Prado pensó en “construir un barrio de residencias escogidas, con amplios jardines y comodidades modernas”, como narran en su libro Meyer y Yidi.
Parrish junto con otras dos personas compraron el terreno por 65.000 pesos, en oro americano, y a través del Concejo Municipal se tramitaron los permisos para urbanizar El Prado. Con más de 50 mansiones este barrio se convirtió en un hito arquitectónico.
Parrish y Cía. fue pionera en desarrollar el Sistema Técnico de Urbanización, que solo comenzó en Bogotá después de 1940. La idea fue construir un barrio residencial moderno con casas grandes rodeadas de jardines, amplias zonas verdes, calles anchas y con clubes deportivos y campestres.
El Prado contó con un estricto reglamento elaborado por Parrish, en el cual se prohibía la cría de animales en los patios, así como la construcción de materiales como el bahareque, el zinc y la palma. Con esto, “se planteó la ruptura con el origen rural de la ciudad” y se construyó “al estilo de las grandes urbanizaciones de los Estados Unidos (EE. UU.)”, cuentan Meyer y Yidi.
Además, Parrish contrató a Mr. Ray Wyrick, un proyectista de parques y urbanizaciones de EE. UU., quien realizó el trazado de calles y drenajes de acuerdo con las condiciones topográficas de la hacienda y las direcciones de los vientos.
En el bulevar central se encuentra, entre otros, un águila de bronce, monumento hecho en homenaje a los pioneros de la aviación y a las víctimas de un accidente aéreo ocurrido en 1924. De hecho, en terrenos de El Prado, en 1912, se realizó el primer vuelo de un biplano.
Entre los grandes atractivos del terreno donde se construyó El Prado estaban su topografía y los frescos vientos que llegan al lugar.
El barrio cuenta con grandes bulevares, avenidas y parques, entre ellos el Parque Santander, uno de los más representativos de la ciudad.